Es así, inevitable

jueves, 25 de noviembre de 2010

Nada III

Tengo un nombre, creo que porque se supone que tenga uno.
Me muevo hacia una dirección, casi por inercia, ya que no siento que tenga un destino realmente.
Me realaciono con otras personas en diferentes modos, las agrupo y las clasifico de una manera muy desagradable y selectiva. Eso no lo elijo, porque también se supone que lo haga.
Hablo en muchos idiomas, todos son castellano, pero cada uno está adaptado a un tipo específico de conversación e interlocutor.
También tengo diversas pieles y valores, supongo que se los puede calificar como intercambiables
Desde chiquito me sentí siempre ajeno a todo esto. En ese entonces solía decir que era de Júpiter, ahora de grande leyendo acerca de astrología me enteré de que acuario (mi signo) es influído por las fuerzas de Urano. Sinceramente no sé de qué planeta seré, pero a veces creo que no es La Tierra ni nada parecido. Acepto las reglas de este juego llamado humanidad, aun sin que me resulten del todo naturales. No sé por qué lo hago, siempre que me doy cuenta de eso me lleno de asco y odio.
Quizá deba conformarme y dejar de buscar un modo de escape a ese circo. Después de todo, también se supone que haga eso.

martes, 23 de noviembre de 2010

Lleno

No más ocio
No más fútbol
No más comidas
No más sexo
No más amigos
No más fines de semana
No más substancias
No más múscia
No más televisión
No más familia
No más hipocresía
No más modales
No más vínculos especiales
No más respeto
No más carreras contra el reloj
No más amor
No más dibujos
No más música
No más escritos ni pensamientos
No más enojos conmigo ni con nadie ni tampoco perdones ni rencores
Y sobre todo no más absorción.

Sólo exhalar. Eso necesito.

jueves, 11 de noviembre de 2010

¿En Vano?

Gastó cada año de su vida para encontrarla. Estudió todas las teorías y crónicas que se habían escrito alguna vez acerca de ella, y hasta recolectó anécdotas de todos los posibles testigos de su existencia, sin descartar ni un dato, por más mínimo e innecesario que aparentara ser. Por las noches la soñaba, imagina sus características físicas, su configuración arquitectónica, y al despertar saltaba impulsado por su propia ilusión para escribir en medio de un cuasi estado de alquimia hasta el último detalle de su sueño en su cuaderno de tapa dura color dorado.
Así es como fue avanzando en su búsqueda, cada vez más motivado por el misterio de imaginar cómo seria verla de frente, hecho fantástico que alimentaba cada vez más su pasión y su deseo, forzándolo a gastar hasta el último centavo suyo (fruto del trabajo de casi media vida) en acrecentar su expedición. Disponía de un número de trabajadores y un equipo de antropólogos colegas a los que coordinaba para que formularan planes de búsqueda.
Luego de muchos años logró conseguir lo que tanto buscó a lo largo de su extensa carrera: la tan codiciada localización. Durante 87 días y 87 noches emprendió la excavación, en sus planes había calculado 40 días como máximo, pero la carencia de las maquinarias apropiadas lo hicieron verse obligado a gastar más tiempo y dinero de lo inicialmente pensado, lo cual lo envolvía cada vez más en un estrés corroedor, que desgastaba su estabilidad emocional.
Los últimos 10 días de la expedición fueron un verdadero infierno, su carácter influía en el accionar de todos los trabajadores y dentro de esa cueva no se respiraba otra cosa que no fuera el nerviosismo y la presión, todos lo odiaban secretamente, hasta sus camaradas antropólogos lo desconocían, no lograban entender qué producía tales reacciones y temían por su equilibrio mental.
Al cabo de más de 190 horas de trabajo, los obreros excavadores habían logrado despejar un pabellón que finalizaba en una puerta bloqueada por medio de un precario sistema de sellado, el cual consistía en 8 cerraduras tapiadas con lo que se podría decir cemento. Una vez finalizado el trabajo de destruir esa puerta lograron llegar a una suerte de cápsula o sarcófago o cofre, el cual definitivamente contenía lo que toda esta gente buscaba. Fue en ese momento y bajo esas condiciones que ordenó el transporte de dicho objeto a su casa.
Sus más cercanos colegas no tenían la necesidad de preguntarle por qué no quiso jamás abrir el envase que contenía el sueño de toda su vida. Entendían y coincidían a la perfección con su forma de pensar.

domingo, 31 de octubre de 2010

Homeostasis

¿Existís?
¿Vale la pena gastar toda mi vida persiguiendo el objetivo de encontrarte?

Demostralo.

No hace falta

Estando frente a vos siempre me es difícil concentrarme, todo alrededor tuyo es caos, tiembla y huye al foco de mi visión, pero vos sos equilibrio en su más pura esencia.
Así y todo me desestabilizás, sobre todo cuando adelantás tu mano (mortífera arma de muerte) y suministrás sobre mi piel esa magia aterciopelada, haciendo tiritar hasta el último y más remoto de mis corpúsculos, erizando todos y cada uno de los vellos que revisten mi epitelio.
Ahí es cuando nace el torbellino dentro mío: qué hacer, qué decir, qué darte, cómo responderte, ¿Qué?
Es tan inmensamente notoria la perfección que te conforma y como me llena en todo sentido.
No entiendo entonces de dónde estoy sacando las fuerzas para asesinarte, para arrancarte de mi piel y mentirme, decir que está todo bien y que no necesito más nada, cuando bien sé de la forma en la que me completaste y me encantaste hasta los límites de la locura.
No hace falta esclarecer nada más al respecto, son simplemente palabras que creía debía decirte alguna vez, algo así como un certificado de despedida para mis sentimientos, que poco a poco se desvanecen, haciendo que me vea cada vez más envuelto en una nebulosa de incertidumbre, tan espantosamente invisible y tan perceptible a la vez.
Sé que es inútil volver a buscarte, inclusive sabiendo lo fácil que me resultaría encontrarte. Es que a veces siento como ese dejo de sabor a vos cuando me olvido de mi ceguera actual y recuerdo a ese yo optimista y lleno de vida que alguna vez fui.

Transitando la línea

Ser arrancado de la paz y llevado a rastras al más hostil de los ambientes, desnudo y lleno de miedos; reconfortarse en el más disfrutable y cálido de los hospedajes, regocijarse de los pequeños momentos de tranquilidad, salvo cunado son interrumpidos por esas esporádicas confusiones y dolores de cabeza. Y llorar, cada vez que algo es tan fuerte que escapa a nuestro entender, sufrir, creer una tras otra las mentiras que nos instalan a nuestro alrededor, darle paulatinamente más y más limites a ese colorido que resultara nuevo ante nuestros ojos, dándole nombres y explicaciones innecesarias a todo. Aprender el código que regula la totalidad de lo que nos rodea, lastimarse para luego sangrar y presenciar el lento proceso de cicatrización. Volver a sentir esa piel que nos abriga, que nos recuerda en cierta forma cómo era estar íntegramente protegido del exterior, pero con plena consciencia de que se trata de un simple simulacro, crecer sabiendo que cada momento de felicidad no es más que otro simulacro. Conocer la totalidad del código y aprender a transgredirlo, sufrir las consecuencias de no querer adaptarse a todo este circo y finalmente perecer.

domingo, 24 de octubre de 2010

Cuándo va a llegar ese momento en que dejes de imponer tus elecciones sobre las mías, de hablar por mí, de mostrarte ante todos para taparme y robarme la cara. Cuándo vas a culminar, a frenar ese vicio tan tuyo de manejarme y hacer de mí tu títere, sucumbiendo yo ante tus exigencias, y teniendo que pagar por tus errores y tus malquerencias.
¿Cuándo va a ser que ceses tus abusos para con mi persona y salgas de mi cuerpo de una puta vez?

miércoles, 20 de octubre de 2010

Hoyo

Después de tanto y tanto buscarlo finalmente hallé el hueco depurador en mi cabeza. Estuve mucho tiempo tratando de encontrar el modo de accionarlo, de tal manera que tuve que dejar de lado varias teorías. Luego de hurgarlo minuciosamente por varios minutos terminé descubriendo que su funcionamiento tenía que ser interno. Traté aguantando el aire y haciendo fuerza con toda mi cara, pero el agujero permanecía sellado, por lo que comencé a soplar con suma concentración, utilizando todas mis fuerzas, con el fin de sacar de mí hasta la última molécula de oxígeno, por si de algo ayudaba eso. Me mareé. Caí sentado, y bastante desconcertado por cierto.
Decidí ponerme de pie para poder pensar, aun sabiendo lo difícil que era con tanto humo dentro de mi hueca cabeza. La solución tenía que estar en algún lado, no podía ser dominado por un simple dispositivo corporal, mi condición de ser humano y pensante no me lo permitirían, me estaba avergonzando de mí mismo como nunca antes. Esto sólo lograba el incremento en la ocupación del humo dentro de mi cabeza, por lo cual me seguía estancando en la misma idea, y cada vez tenía menos tiempo, en cuanto me descuidara la capacidad retenedora de mis paredes craneanas llegaría a su límite, por lo cual el humo necesitaría buscar alguna vía alternativa de escape, pudiendo esto causar fisuras y agujeros, lesiones irremediables en mi encéfalo, causando así mi muerte seguramente.
Comencé a sentir como mi frente, mis sienes y mi nuca se inflaban literalmente, y a pesar de estar cada vez más mareado seguía de pie, quién sabe por qué. Mis poros excretaban un sudor ardoroso y caliente, que al tocar mi frente puede ver luego en mis dedos que su consistencia era espesa, y su color amarillo rojizo (los tonos rojizos de seguro eran por el agregado de mi sangre). Ante tal horror, comencé a correr despavorido por los pasillos de mi casa, cada vez más inmerso en la oscuridad y la confusión, corrí sin medir hacia donde, y terminé por chocarme contra una pared, o una puerta, o un mueble (sinceramente no estaba seguro de qué era) del cual se desprendieron varios papeles y libros que terminaron cayendo sobre mi patético ser. Empecé a revolver desesperadamente entre ellos, casi por instinto, como si allí entre todas esas letras estuviera la solución a todo este tormento. La sola idea era ridícula, mi visión cada vez estaba más nublada y desenfocada, mi capacidad de entendimiento se iba reduciendo paulatinamente, y además el sudor amarillento rojizo ya chorreaba en cantidades considerables, por lo que manchaba todo lo que se encontrara bajo mi cabeza.
En el momento menos esperado encontré un boceto con instrucciones que intenté seguir, y a medida que respetaba ese texto comenzaba a ver como el humo negro escapaba progresivamente por el dichoso agujero depurador. Jamás me había sentido tan aliviado, ni tan agradecido por la incidencia de un papel en mi vida, al final era todo tan simple, todo esto me sirvió de aprendizaje, para darle otra oportunidad a la existencia, y valorar el simple pero mágico hecho de estar vivo.
En el papel había un párrafo escrito que decía “La clave para lograr el funcionamiento del hoyo depurador es simple: sólo debes olvidarte de todo aquello que consideres real”.

domingo, 22 de agosto de 2010

Nada II

Una palabra, una oración, un monólogo.
Tiene sentido.
O no.
Su influencia incide sobre todos los factores posibles, aun cuando no es observable.
Quizá sea lo más ínfimo e imperceptible en el mundo.
Pero incide.
¿Tiene sentido afirmar que lo que diga uno maneje el así llamado destino?
Vale aclarar, el de uno.
O el de todos.
La verdad no sé, y es que estoy completamente ofuscado: cegado ante cualquier posibilidad de reflexión, siendo éste un claro caso de ceguera por elección, mi favorita acaso.
No tiene sentido.
No es nada, nada hace, de nada sirve, y hacia ninguna parte lleva.
Las palabras no son lo que inciden realmente, el hecho de que salgan o no de la boca no tienen nada que ver, todos creemos en una mentira.
Y es que acaso las mentiras son ese tan dulce e insuperable vicio, al cual todos acudimos todos los días, nos regocijamos al saber que estamos rodeados de ellas, como si nos completaran , como si nos hicieran lo que somos.
¿Y qué somos acaso?
Una mentira.
Nada más ni nada menos.

martes, 26 de enero de 2010

Sin título ('08)


Un enorme cúmulo de luces y humo baila en medio de una enorme oscuridad. Algo se confunde y somos nosotros ahora quienes bailamos. Estamos tan felices, somos tan libres, somos tan nosotros. Cuatro, uno, miles. No importa cuántos seamos, somos y eso es lo que realmente importa.
Que digan lo que quieran, no me arrepiento de nada. Sigo dando vueltas en lo mismo y nunca lo dejaré de hacer. Júzguenme por amar, mátenme y aliméntenme con tierra si es necesario, pero –repito- nunca me voy a arrepentir de todo lo vivido allí.
Yo amo, yo soy, yo fui.
Quizá estábamos demasiado bailados como para darnos cuenta, es que era tan hermosa la libertad. Y si hay algo que realmente quiero es que me griten al oído, que me den un abrazo, que nos amemos dos veces, que todo sea como siempre porque siempre amé como fue todo en mi escuadrón.
Un gran pedazo de mí quedó en ustedes, y créanme que ustedes han dejado mucho en mí. Y el disparador de todo esto siempre fue y será el mismo tramo de mi historia (de nuestra historia). Cualquier lugar donde encontráramos nuestra pequeña Italia sería perfecto. Y éste lo fue.
Ahora solo queda el recuerdo y las esperanzas futuras. El presente es una máquina que sólo sirve para ser conmemorada por todos luego de constituirse en algo.
Y si yo no manejo (o nosotros no lo hacemos), ¿Quién lo hará?