Es así, inevitable

miércoles, 20 de octubre de 2010

Hoyo

Después de tanto y tanto buscarlo finalmente hallé el hueco depurador en mi cabeza. Estuve mucho tiempo tratando de encontrar el modo de accionarlo, de tal manera que tuve que dejar de lado varias teorías. Luego de hurgarlo minuciosamente por varios minutos terminé descubriendo que su funcionamiento tenía que ser interno. Traté aguantando el aire y haciendo fuerza con toda mi cara, pero el agujero permanecía sellado, por lo que comencé a soplar con suma concentración, utilizando todas mis fuerzas, con el fin de sacar de mí hasta la última molécula de oxígeno, por si de algo ayudaba eso. Me mareé. Caí sentado, y bastante desconcertado por cierto.
Decidí ponerme de pie para poder pensar, aun sabiendo lo difícil que era con tanto humo dentro de mi hueca cabeza. La solución tenía que estar en algún lado, no podía ser dominado por un simple dispositivo corporal, mi condición de ser humano y pensante no me lo permitirían, me estaba avergonzando de mí mismo como nunca antes. Esto sólo lograba el incremento en la ocupación del humo dentro de mi cabeza, por lo cual me seguía estancando en la misma idea, y cada vez tenía menos tiempo, en cuanto me descuidara la capacidad retenedora de mis paredes craneanas llegaría a su límite, por lo cual el humo necesitaría buscar alguna vía alternativa de escape, pudiendo esto causar fisuras y agujeros, lesiones irremediables en mi encéfalo, causando así mi muerte seguramente.
Comencé a sentir como mi frente, mis sienes y mi nuca se inflaban literalmente, y a pesar de estar cada vez más mareado seguía de pie, quién sabe por qué. Mis poros excretaban un sudor ardoroso y caliente, que al tocar mi frente puede ver luego en mis dedos que su consistencia era espesa, y su color amarillo rojizo (los tonos rojizos de seguro eran por el agregado de mi sangre). Ante tal horror, comencé a correr despavorido por los pasillos de mi casa, cada vez más inmerso en la oscuridad y la confusión, corrí sin medir hacia donde, y terminé por chocarme contra una pared, o una puerta, o un mueble (sinceramente no estaba seguro de qué era) del cual se desprendieron varios papeles y libros que terminaron cayendo sobre mi patético ser. Empecé a revolver desesperadamente entre ellos, casi por instinto, como si allí entre todas esas letras estuviera la solución a todo este tormento. La sola idea era ridícula, mi visión cada vez estaba más nublada y desenfocada, mi capacidad de entendimiento se iba reduciendo paulatinamente, y además el sudor amarillento rojizo ya chorreaba en cantidades considerables, por lo que manchaba todo lo que se encontrara bajo mi cabeza.
En el momento menos esperado encontré un boceto con instrucciones que intenté seguir, y a medida que respetaba ese texto comenzaba a ver como el humo negro escapaba progresivamente por el dichoso agujero depurador. Jamás me había sentido tan aliviado, ni tan agradecido por la incidencia de un papel en mi vida, al final era todo tan simple, todo esto me sirvió de aprendizaje, para darle otra oportunidad a la existencia, y valorar el simple pero mágico hecho de estar vivo.
En el papel había un párrafo escrito que decía “La clave para lograr el funcionamiento del hoyo depurador es simple: sólo debes olvidarte de todo aquello que consideres real”.

2 comentarios: