Es así, inevitable

domingo, 31 de octubre de 2010

No hace falta

Estando frente a vos siempre me es difícil concentrarme, todo alrededor tuyo es caos, tiembla y huye al foco de mi visión, pero vos sos equilibrio en su más pura esencia.
Así y todo me desestabilizás, sobre todo cuando adelantás tu mano (mortífera arma de muerte) y suministrás sobre mi piel esa magia aterciopelada, haciendo tiritar hasta el último y más remoto de mis corpúsculos, erizando todos y cada uno de los vellos que revisten mi epitelio.
Ahí es cuando nace el torbellino dentro mío: qué hacer, qué decir, qué darte, cómo responderte, ¿Qué?
Es tan inmensamente notoria la perfección que te conforma y como me llena en todo sentido.
No entiendo entonces de dónde estoy sacando las fuerzas para asesinarte, para arrancarte de mi piel y mentirme, decir que está todo bien y que no necesito más nada, cuando bien sé de la forma en la que me completaste y me encantaste hasta los límites de la locura.
No hace falta esclarecer nada más al respecto, son simplemente palabras que creía debía decirte alguna vez, algo así como un certificado de despedida para mis sentimientos, que poco a poco se desvanecen, haciendo que me vea cada vez más envuelto en una nebulosa de incertidumbre, tan espantosamente invisible y tan perceptible a la vez.
Sé que es inútil volver a buscarte, inclusive sabiendo lo fácil que me resultaría encontrarte. Es que a veces siento como ese dejo de sabor a vos cuando me olvido de mi ceguera actual y recuerdo a ese yo optimista y lleno de vida que alguna vez fui.

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