Es así, inevitable

martes, 1 de septiembre de 2009

Humanimal

Yo no lo quería así, pero le hice caso. Entonces doblamos por el lado que quiso, bajamos sin ningún sentido por un camino en el que nos sumamos como diez cuadras de más, y así llegamos al esperadísimo bosque. El animal humano tenía miedo. Detuvo sus pies y me preguntó si la vida era así de fría, si era cierto que en el momento menos esperado todo puede estropearse. Yo le contesté:
-En sí es algo complejo vivir, a algunos se les hace más difícil, y a otros más fácil; el tema está cuando eso uno no lo puede controlar-.
Sonrió, giró la vista y siguió caminado con su enorme sonrisa.
Dimos unos cuantos pasos y la tarde se nos iba yendo, Encendí un cigarrillo para ver si el tiempo pasaba un poco más rápido (o lento), al animal humano no le gustó el humo y se encaprichó con la idea de que me da placer matarme. Lo peor es que estaba completamente en lo cierto, siempre lo está.
-Bueno, pero ponete a pensar que alguna gente se arranca la vida de cuajo, algunos no soportan su vida y no siguen al instinto de preservarse vivos. Si yo me fumo un cigarrillo mi objetivo central no es matarme, sino calmar la ansiedad-.
Se callo y siguió caminando con aire de enojo. Nunca resultó un gran reto tranquilizarlo, sólo cuando sus convicciones son altas se pone algo dificultoso. En ese momento nos detuvimos en gigantesco ombú de largas raíces en el medio del bosque.
De repente su cara pareció cambiar, se impregnó en su gesticulación una expresión pensativa y hasta dubitativa por momentos, y así se mantuvo por algún tiempo largo mientras se hacía de noche y yo iba mirando el reflejo del cielo en el agua. En realidad cualquier cosa me llamaba, mi mente era como un fuego que se iba apagando a la larga, alimentándose de cada suceso que pasara a mi alrededor, como si se tratara de un nuevo pedazo de leña. El diálogo interno era muy profundo, por momentos movía mis labios sin darme cuenta y me sentía algo tonto después de hacerlo. Al verle su cara al animal humano me dí cuenta de que me estaba mirando hacía un rato ya y algo ofendido. Me disculpé. Casi inmediatamente me pregunto con un cierto aire ingenuo cuál era el sentido de esforzarse por preservar la vida, si nuestro único fin en ella es morir.
Mi frente empezó a sentirse algo un tanto más cálida y después de unos segundos húmeda. No sabía realmente cómo actuar ni qué consecuencias traería mi acción, era una conclusión muy fácil de elaborarse, lo que me costaba era sacarlo de mí, era algo que me hacía sentir realmente preso de mí y del todo, era como si atara mi cuerpo sin dejarme mover libremente y escaparme de mí.
-Tenés razón. Eso no puedo contestártelo-.